LA CONVERSIÓN A JESUCRISTO EMPIEZA CON LA ESCUCHA DE LA PALABRA Y DURA HASTA LA MUERTE.

 

LA CONVERSIÓN A JESUCRISTO EMPIEZA CON LA ESCUCHA DE LA PALABRA Y DURA HASTA LA MUERTE.



 

Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen sus pecados y el Señor les mande el tiempo de la consolación y les envíe de nuevo a Jesús, el Mesías que les estaba destinado; aunque él tiene que quedarse en el cielo hasta la restauración universal, de la que habló Dios por boca de su profeta desde muy antiguo. (Hch 3, 21- 22)-

 

Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estoy en medio fe ustedes.

 

Estar en nombre de Jesús es estar reunidos en el Amor de Cristo y en Cristo, no importa que no seamos perfectos. El Amor es la Fuerza para hacer el bien. Es Luz para organizar nuestros proyectos en el nombre de Jesús para servir a los demás. Jesús está entre nosotros y está dentro de nosotros dirigiendo nuestra vida y nuestros trabajos, ¿Qué nos dice? Con paciencia y con amor nos dice: “No hagan cosas malas; hagan cosas buenas; Arrepiéntanse y alégrense.” Estas cuatro palabras son los pilares de la Moral Cristiana. Jesús resucitado está entre nosotros liberándonos, reconciliándonos, perdonándonos, salvándonos y santificándonos. Peor no a fuerzas, sino con nuestra colaboración.

 

La experiencia del evangelio-

Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.


Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?" Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos. Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".

Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto". Lucas 24, 35-48

Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes".

Jesús resucitado se identifica con los suyos: "No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo". Y les mostró las manos y los pies.

Yo soy el cumplimiento de todo lo que dijeron Moisés, los profetas y los salmos. Luego les abre el entendimiento y les explica las Escrituras para que lo entiendan: Que el Mesías tenía que padecer antes de entrar en su Gloria y que al tercer día resucitaría de entre los muertos, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto."

Primero es volverse a Dios, para luego, ser perdonados de los pecados.

La conversión es volverse a Dios; es arrepentirse; es hacer penitencia para ir al encuentro con Jesús (es negarse a sí mismo). La conversión pide reconocer los pecados y arrepentirse de ellos para con un corazón contrito volverse a Dios que, en Cristo Crucificado nos está dando el perdón de los pecados y en Cristo Resucitado nos está dando vida eterna (cfr Rm 4, 25)- El perdón de los pecados es un momento de la conversión, pero no es lo primero, Lo primero es escuchar la Palabra para ponerse en camino de éxodo hacia Cristo, la Tierra Prometida. Al recibir el perdón se da en nuestra vida el “Nuevo Nacimiento”; nacemos de Dios y para Dios, somos una nueva Creación (2 de Cor 5, 17)-

Y ahora, como niños recién nacidos hay que alimentarse con el alimento de Dios para poder crecer en Fe y caminar en la Verdad. (cfr 1 de Pe 2, 1- 3)- Ahora hay que dejarnos conducir por el Espíritu Santo que nos guía por los caminos de la Rectitud y nos lleva a Cristo, para que en la práctica de las virtudes, nos revistamos y llenemos de Cristo, en Amor, Justicia t Santidad (Ef 4, 24)- La conversión termina con la muerte. Es para toda nuestra vida.

Para el que está en la Gracia de Dios, lo nuevo es Cristo y el Espíritu Santo que Actualiza la Obra redentora de Cristo en nuestra vida para que estemos naciendo de Dios y muriendo al pecado. Podemos entender y decir que de Dios no nacemos una sola vez, sino, que siempre podemos estar naciendo de Dios: en cada oración bien hecha; en cada sacramento bien celebrado; en cada buena obra de caridad que hagamos; en cada lucha contra el mal y vencemos, estamos naciendo de Dios y muriendo al pecado (cfr Gál 5, 24- 25)-

 

La clave está en las palabras de Cristo:

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. (Jn 15, 7-10)-

 




 

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